Tendida el agua fría, quieta, copia,
sobre sí misma, página de asombro,
el verso de un ave, ondulante y solo,
y el punto que al caer pone esa hoja.
Ha copiado ramas, pájaros, rosas;
y hoy escribe las plumas, leños rotos,
el éxodo de pétalos al fondo,
el leve pliegue que su esquina dobla.
Las dos láminas, fondo y superficie,
van copiando el paisaje que se asoma
y lo avanzan a modo de boceto.
Eterno el movimiento el agua escribe
y a cada instante su obsesión lo borra
para copiarlo una vez más, de nuevo.
C. I
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