lunes, 18 de marzo de 2019

Abisal, de Daniel Arana




Me atrevería a decir que, en el actual panorama poético español, Daniel Arana es un poeta de lectura necesaria, cuya voz, absolutamente personal, echa raíces en la tradición centroeuropea y se distingue por una nota de espiritualidad profunda y meditada. Encontraremos su referente más acusado en Paul Celan, pero también en Ungaretti, en la poesía europea de postguerra, en la fértil poesía francesa, en la generación "beat" americana... Es decir, que nos hallamos ante un creador de gran cultura, de influencias múltiples y variadas que sabe fundir en un molde de factura propia. Y eso nos exige situarnos a cierta altura.

Nos referimos a Arana, y no a Abisal en concreto, porque si bien se trata de un primer libro publicado –que yo traigo aquí con cierto retraso desde su edición, pero qué es el tiempo en poesía– no es en modo alguno un libro primerizo. Al contrario, nos revela a un poeta de verso madurado en un aprendizaje que se intuye intenso y arduo, sedimentado por la tradición y el pensamiento, y que es fruto en su forma final de una honda reflexión interior.

Podemos, pues, hablar de una poética. Una poética que tiene como epicentro el mismo lenguaje, pero no para quedarse en sí mismo como fenómeno, sino para explorarlo como operación de la actividad interior y espiritual del ser humano cuando esta se inserta en el tiempo (Materia del Tiempo es el siguiente libro publicado de Daniel Arana): en su visión, circundamos el lenguaje como el mundo circunda una verdad precisa. Y esa presencia en el tiempo, que atraviesa toda la historia de la poesía, está también presente de una forma radical en Arana y se proyecta, quizá no solo como símbolo, en la siempre cambiante naturaleza, en el paisaje de lentos pero inexorables movimientos, en el desierto y en el silencio como recipientes sagrados de la Gracia. Nos ofrece una poética de "puentes por cruzar" que, como proyecto vital, puede sintetizarse en uno de sus poemas:

La sencillez de una
mirada puede suspenderse
en un todo sin tiempo

Es decir, que nuestra presencia en el tiempo puede ser, a través de la mirada poética, trascendida. Y las huellas –nos dice– no se siembran para el extravío. He aquí una negación que lo que hace es manifestar una gozosa afirmación, pero dejándola abierta, sin imposiciones, al espacio interior de cada lector. La poesía se nos entrega entonces como camino, en curso de lejanías, donde "la carencia de un umbral" nos sitúa en un espacio más grande y nos dirige hacia un destino más amplio. O más incierto. O totalmente inexistente.

El verso de Arana nos ofrece una resistencia imperceptible, como de mar de fondo, y en su aparente calma irrumpe la violencia de una ruptura inesperada, allí donde el lector jamás introduciría su pausa, creando un ritmo inescrutable pero que es el necesario para guardar, cerrado sobre sí mismo, el secreto que ofrece el poema para negarnos el umbral que anhelamos como cobijo. Entre un verso y el siguiente la unión de significado se produce no por la lógica formal, sino por las resonancias interiores del poeta y de las cosas, creando un discurso aparentemente fraccionado, no lineal aunque sintácticamente lo sea, pero abriendo la semántica a posibilidades mayores y no siempre evidentes.

En unión con esta cualidad de la versificación, el poeta inserta sus símbolos en imágenes sin estridencias, que huyen de la grandiosidad, y que recibimos con la sencillez de lo que acontece en lo cotidiano, sin ruido. Porque, efectivamente, el paisaje y la naturaleza cambian, pero tan lenta e inexorablemente que nuestros ojos se van acompasando a ese ritmo hasta percibirlo como una suerte de permanencia. Porque en el silencio, trasunto del desierto, disponemos el vaso en el que recibir la Gracia. Porque, siempre que nos asomemos a la existencia desde una mirada poética, "sufriremos de lo intacto".

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Lo es, Verónica. Daniel Arana es un poeta al que seguir la pista, porque además de su sensibilidad poética tiene un enorme conocimiento literario y filosófico que enriquece su obra. Gracias por pasarte por aquí.

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