Exacto yo en tu pensamiento existo
con una perfección que dan tus ojos
o que al cerrar los ojos, imaginas.
Distinto al inexacto yo de carne
sobre el que declinándose los días
erosionan su contorno, cincelas
una imagen para salvar del tiempo,
un yo fuera de mí, mi yo perfecto,
mi yo mortal tan sólo por tu olvido
o tu desprecio o por tu propia muerte,
un yo mismo distinto a quien te escribe:
el yo que yo quisiera, el tú que esperas.
C. I
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