Alma, alma agitada en penas sin remedio,
levántante y rechaza al enemigo;
oponle el pecho y firme aguanta su emboscada.
Y ni, al vencer, presumas largamente,
ni, vencida, te hundas en tu casa quejándote.
Ríe las dichas, llora los males, sin excesos:
comprende el ritmo que sujeta al hombre.
(Arquíloco de Paros, s. VII a.C.)
Traducción: Juan Manuel Macías.
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