miércoles, 2 de abril de 2014

Forma y límite





Querido Kinnaird:

Me escribes, desde ese siglo diecinueve tuyo, expresando tu incomprensión por nuestra poesía más irracional y vanguardista. No puedes comprender de ninguna manera, me dices, esa ruptura del lenguaje que convierte la sintaxis en una escombrera. No sólo estás en un siglo distinto, Kinnaird, también estás en una situación privilegiada y desde esa atalaya es difícil comprender fenómenos que surgen para, o desde, épocas y gentes con menos fortuna. Así que permite que esboce unas líneas para contestarte, al menos desde mi punto de vista que no es ni el único, ni desde luego el más acertado.

Cuando nos enfrentamos a la lectura de un poema desestructurado, roto, el valor se encuentra a menudo en la sacudida de emoción que produce una palabra, un verso, en el destello de una imagen que, por la fuerza de la sugerencia, nos lleva a ir más allá de lo que tenemos delante. Como quien camina sobre escombros –la imagen es tuya– encontramos a veces, entre el polvo, los cascotes y las oquedades, una piedra que nos llama poderosamente la atención. Lo que en medio del orden y de la armonía se encontraba alienado, en la destrucción recupera, por el aislamiento, su singularidad. Lo común vuelve a verse como algo original y nuevo, y así la palabra recupera su valor poético de "decir primigenio", de creación del significado, se separa del lenguaje común. Aquí la labor del lector es, quizá, más importante que la del propio poeta, porque es él quien debe descubrir el fragmento valioso entre los escombros y darle un significado. Es él quien debe ir más allá y nadie puede ayudarle. Al hablar de los límites de la poesía –o de la exploración de los límites que la poesía nos permite– no podemos estar refiriéndonos únicamente a los límites del lenguaje. No, no se trata sólo de una cuestión de sonido. Ya Rimbaud –tú no llegarás a conocerle, es algo posterior a tu época y seguro que también te hubiera escandalizado– aspiraba a llegar, mediante la poesía, a una iluminación de lo desconocido mediante "un largo, inmenso y razonado desorden de todos los sentidos".

Podría seguir, pero creo que por ahora es suficiente. Bueno, siempre es insuficiente, pero tú ya me entiendes. En cualquier caso espero haberte aportado un punto de vista y esperaré que me rebatas, como siempre haces. Mientras tanto,

Siempre tuyo,

C. I



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